Mañana, 1 de octubre, se celebra el Día Internacional de la Longevidad. Y Madrid acogerá dos eventos con un mismo hilo conductor: la búsqueda de estrategias para retrasar el envejecimiento y prolongar la vida.
Se trata del Día de la Longevidad y del Encuentro TransVision, citas que reúnen a investigadores, médicos, emprendedores y defensores del transhumanismo para debatir sobre terapias regenerativas, biotecnología y futuro de la salud humana.
El mensaje que transmiten estas iniciativas es claro: el envejecimiento no debe asumirse como un destino inalterable, sino como un proceso biológico que puede ralentizarse o incluso revertirse, mediante avances científicos y tecnológicos. Desde la perspectiva más optimista, se habla de un futuro en el que la longevidad extrema y la mejora cognitiva serán accesibles a la mayoría de la población. Y no hablan de unas décadas más, por lo que he leído quieren hacernos cumplir los 200 años.
Durante dos jornadas, el Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Madrid (ICOMEM) reunirá a científicos, profesionales de la salud y líderes internacionales comprometidos con un mismo objetivo: “lograr que vivir más signifique también vivir mejor”
Sin embargo, en este tipo de acontecimientos, no todo es ciencia sólida. Estos encuentros también muestran la tensión existente entre investigación biomédica seria y la proliferación de terapias rejuvenecedoras de dudosa eficacia, que muchas veces se comercializan sin ensayos clínicos concluyentes. En paralelo a los congresos, florecen clínicas y centros privados que ofrecen infusiones intravenosas de vitaminas, hormonas o supuestos “cócteles regeneradores”, cuyo efecto real sobre la longevidad o la salud mental está lejos de haber sido demostrado.
El Encuentro TransVision tiene un componente filosófico y cultural: busca reflexionar sobre cómo la biotecnología, la inteligencia artificial o la robótica pueden redefinir lo humano en las próximas décadas. Por su parte, el Día de la Longevidad pone el foco en la divulgación de terapias médicas actuales y futuras, desde la senolítica (eliminación de células envejecidas) hasta la edición genética.
En este cruce entre ciencia, expectativas y negocio, la mayoría nos encontramos ante un gran desafío: diferenciar entre los avances prometedores de la biomedicina y las promesas infladas de la industria del rejuvenecimiento exprés. La longevidad es, sin duda, uno de los grandes temas de nuestro tiempo, pero exige un debate crítico y honesto que no reduzca la salud a un simple mercado de inyectables e ilusiones.
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